Hoy me entero que ha fallecido el Dr. Alfredo Piñeyro López, maestro de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo León. En el sitio de internet donde leí la noticia había muchos comentarios negativos acerca del Dr. Piñeyro, me da pena que hablaran con rabia de una persona que no está en condiciones de defenderse y vaya que lo sabía hacer.
La gran mayoría de los médicos que hemos egresado de la UANL tenemos una opinión de él como maestro, yo les diré la mía: Un hombre dedicado a su trabajo, que esperaba de ti prácticamente 2 cosas, conocimiento y disciplina. Quizás la materia de Farmacología y Toxicología es de las extensas y complejas y con el examen que mas requiere de nuestros conocimientos, disciplina y en algunos casos de cierto temple ante el estrés. Hay quien tiene otra opinión de él, sobre todo de las épocas en que el fue rector de la UANL, yo esos tiempos no los viví y ni siquiera sabía que iba a estudiar. Esas opiniones tendrán su fundamento. Yo solo expongo mi experiencia.
Pero al mismo tiempo que me entero del fallecimiento del Dr. Piñeyro, recuerdo otros maestros que ya también han fallecido, y de igual forma, mi opinión acerca de ellos es del momento en que me dieron clases.
Recuerdo al Dr. Oscar Torres Alanís (no encontré imagen mejor para mostrar) maestro también de Farmacología y Toxicología de la UANL, pero su punto fuerte sin duda era la Toxicología, dominada el tema, sabía que enseñarte y donde exigirte, en ocasiones con cierto sentido del humor. Sin duda un gran maestro.
Dr. Oscar Torres Alanís
Un hombre reconocido no solo en nuestra facultad, si no en el mundo entero es el Dr. Carlos Canseco González, maestro emérito de la cátedra de Alergología del Hospital Universitario de la UANL, hombre de gran conocimiento acerca del tema de la poliomielitis, dedico gran parte de su vida para que esta enfermedad fuera erradicada de la superficie de la Tierra y lo logró, su empeño le ha dado un lugar determinante y memorable en la salud pública mundial. Inolvidable con su corbata de moño. Un sello de su personalidad.
Maestro del mismo calibre en cuanto a personalidad era el Dr. Juventino González, hombre dedicado en cuerpo y alma a la dermatología, sobre todo a la enfermedad de la lepra, en el estado de Nuevo León no hay hombre que haya combatido con mas tenacidad a la enfermedad de Hansen, así era como él la llamaba (ese es su nombre correcto), principalmente tratando de quitarle el estigma social de todo aquel que enfermaba de lepra y se creía y aun se cree que los “leprosos” son víctimas de un castigo de Dios.Lo recuerdo tan y como se muestra en la fotografía, ya en la silla de ruedas por la artritis reumatoide, pero lúcido, franco, inteligente y siempre dispuesto a dejarnos a los estudiantes de medicina su mejor consejo, «mas vale la palida tinta, que una memoria brillante».
Maestros he tenido muchos, y aun sigo aprendiendo por lo que seguiré teniendo maestros. Al final como en muchas cosas de la vida, solo recordare a los buenos maestros y a los malos. De los grandes maestros, no importa como los recuerde yo, la historia y el tiempo les dará el lugar que se merecen. A los malos maestros que he tenido también los recordare por no ser capaces de transmitir sus conocimientos, mas sin embargo reconozco que les he aprendido algo, como no transmitir conocimientos y eso también se los agradezco, por que cuando este en la posición de enseñarle a alguien lo que se, intentare no ser como ellos.